Mensaje Navideño 2024 de la Obispa Lucinda
Queridos hermanos,
Desde infancia, para mí la mejor parte de la decoración de Adviento/Navidad era la distribución de nacimientos por toda la casa. Mis nacimientos no son grandes obras de arte; todos son de diferentes lugares y rara vez han llegado a mi casa sin agrieta.
El de Alaska me lo regaló un feligrés que estuvo allí un año; tiene escrito «Alaska» en la parte delantera del iglú. Tengo un nacimiento cerámico del Perú, así como muchos otros de diversos lugares. En cada nacimiento hay diferentes animales y personas. Algunos son inesperados, como la foca de él de Alaska, pero ¿por qué no? Otros no tienen animales, sólo figuras humanas.
Cada nacimiento es una amalgama de los relatos evangélicos de Mateo y Lucas, que permite que los pastores de la historia de San Lucas estén en los mismos lugares que los Reyes Magos en la de San Mateo. No hay nada correcto ni incorrecto sobre quién debe estar presente y expuesto en la historia de la Natividad.
Cuando decoro, dispongo estos nacimientos con mucho cuidado. Solía colocar las figuras simétricamente alrededor del Niño en el Pesebre, midiendo con el ojo la distancia exacta entre las figuras. Ahora soy más consciente de que la simetría no estaba en la mente de los que se reunían.
A menudo, hago la ronda de estos diferentes belenes. A medida que reordeno las figuras, repaso mentalmente la historia de la Natividad, cuando primero una figura y luego otra ocupa un lugar más destacado.
Para mí, esta reorganización de las figuras es un ejercicio espiritual. Al tocar cada una de ellas, mi corazón se abre al asombro y la curiosidad. Hay una suave amplitud de espacio espiritual donde cada participante en la historia encuentra su conexión con el pesebre. ¿Qué sabían? ¿Qué se preguntaban? ¿Qué anhelaban? ¿A quién buscaban?
Ahora también es un buen momento para permitirnos estar en un lugar de suave amplitud, abriendo nuestros corazones y mentes a nuestros anhelos: la esperanza que nunca termina, la paz que vive en cada corazón, la alegría que enriquece toda nuestra vida, el amor que desecha toda oscuridad.
Les invito a estar conmigo en ese lugar, en oración y reflexión. Que el Belén que tenemos ante nuestros ojos arraigue en nuestras vidas mientras, juntos, vislumbramos el mundo tal como Dios lo sueña.
Que las bendiciones del pesebre encuentren hogar en tu corazón.
Fielmente,