Mensaje de Semana Santa 2024 de la Obispa Lucinda

Queridos hermanos de El Camino Real:

Es una hermosa primavera, con las flores floreciendo, el canto de los pájaros y el buen tiempo, un tiempo en el que es bueno sentir que nuestros corazones se elevan cantando y alabando a Dios.

Los que saludaron a Jesús cuando entraba en Jerusalén experimentaron esta misma elevación de sus corazones. La Liturgia de las Palmas, que abre nuestro servicio al aire libre el Domingo de Ramos, es una sencilla representación de esa escena de la historia de la Semana Santa; esa parte del servicio concluye con el Sursum Corda o “levanten sus corazones”, mientras que preparamos para entrar en la nave para la siguiente parte de la liturgia.

A medida que avanzamos en la Semana Santa, nuestros corazones, al principio elevados, se derrumban en las oscuras experiencias humanas de la traición, la negación, la falsedad y el rumor impulsados por la codicia y el ansia de poder. La Semana Santa nos pone, como seguidores de Jesús, profundamente en contacto con la parte de nuestro ser más oscuro, en los lugares tanto del círculo íntimo de Jesús como de la multitud, mientras recorremos el camino del dolor, La Vía Dolorosa.

Los altibajos de la Semana Santa nos recuerdan emocionalmente y espiritualmente el caos del caminar de Jesús en ese tiempo. Probablemente, como muchos otros, preferiríamos alejarnos o incluso huir de los altibajos de aquel viaje. Sin embargo, en medio del caos hay una invitación a sentarnos en silencio y pensar en las partes de nuestras experiencias vividas que conectan con la historia de la Semana Santa.

Estar en Semana Santa significa estar en el sitio de la incomodidad. Es un lugar esencial del ser, como nos recuerda Mary Oliver en su poema “Cuando llegue la muerte”, con las palabras: “No quiero acabar simplemente habiendo visitado este mundo”.

Esta semana es el momento de comprometernos plenamente, de caminar no como turistas, observadores o visitantes, sino como participantes, invocando desde dentro aquellas cosas que son difíciles y elevándolas hacia Dios en busca de perdón y gracia.

Pero primero, tenemos que estar presentes con eso. Que esta Semana Santa sea para ti tanto una bendición como una lección mientras caminas con Jesús.

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